15.10.11

Capelinhos-La Restinga

Durante las primeras semanas de la erupción, cuando las bocas se encontraban a ciento cincuenta o doscientos metros bajo el nivel del mar, sólo el polvo relativamente fino llegaba hasta la superficie marina. Llegaría a cubrir todo Faial de una pátina ocre oscuro. Pero la profundidad de estos acontecimientos eruptivos disminuía bajo estas avalanchas ininterrumpidas que los rodeaban de un talud cuya altura aumentaba al ritmo de aquellas lluvias, por lo que muy pronto apareció una isla en forma de herradura en cuyo interior se arremolinaba furiosamente el mar para ser expulsado de allí con igual furia. A continuación fueron acumulándose las «cenizas» hasta formar un istmo de un kilómetro de longitud, con lo que la isla, adosada a Faial, se convirtió en península. A medida que las bocas iban aproximándose de este modo a la superficie, unos fragmentos cada vez más grandes se mezclaban con las cenizas finas, por la sencilla razón de que, habiéndose hecho insuficiente la cantidad de agua, no dejaba a las series de explosiones de vapor que sucedían a cada explosión magmática el tiempo necesario para reducir a polvo los jirones más voluminosos. Los dos extremos de la herradura emergida que trazaba los bordes del cráter, cuyo fondo seguía siendo submarino, fueron aproximándose poco a poco a partir de entonces hasta que un día acabaron por encontrarse, aislando el cráter del océano. Inmediatamente el aspecto de la erupción experimentó un cambio radical, es decir, se hizo «normal»: fragores, incandescencias y escorias en vez de silencio, cenizas y polvo.

(Les Volcans et la dérive des Continents)
Haroun Tazieff

Extracto del libro a propósito del Volcán Capelinhos, muy parecido a Las Isletas de La Restinga que quizás veamos aparecer en un tiempo si continúa el guión.

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