18.1.12

Jugando al teléfono con tanza


La toponimia, los nombres de los lugares, me gusta estudiarla y compartirla. En muchos pateos nombro de donde saco la información y hablo, cuento historias, escucho y contrasto. A veces se me va el baifo y trafuco cosas. Hace unos días andaba preparando un artículo de los que acaban en la bodega o se cuelan en este espacio digital. Con mayor o menor acierto a veces doy con fuentes de provecho, otras me quedo en el camino y dejo el capítulo pendiente. Lo que no suelo hacer es transcribir por las buenas lo que me cuenta una sola fuente, y si lo hago lo defino dentro de la opinión, nombrándola, hasta que la contrasto.

El lugar del que les quiero contar hoy es Faneque, en Gran Canaria, un risco imponente de 1027 metros de altura que se alza en la costa noroeste de la isla en el municipio de Agaete.
Con respecto a Europa (Canarias pertenece políticamente a España desde el siglo XV d.C.), Faneque es el risco o acantilado más alto cerca del mar, con respecto a África (geográficamente Canarias pertenece a este continente), es el 4º más alto.
A nivel mundial se encuentra entre los 10 acantilados costeros más altos del mundo según la información publicada aqui.
El más alto del mundo es Mitre Peak, Nueva Zelanda, con 1.692 metros de altitud.

Atendiendo a la cultura de los antiguos habitantes de la isla antes de la conquista, Faneque según Celso Martín de Guzmán era un Risco mágico de connotaciones rituales. Ascenderlo lo relacionaba con un rito de paso, de conocimiento, de madurez en la vida. El nombre intuía que tenía que ver con Al Fanek, algo así como el altar en lo alto cerca de las estrellas, el cielo, el Sol, donde estamos más cerca de las divinidades. Otros nombres hay en las islas con declinaciones parecidas en lugares parecidos a menor escala.
A su vez tenía relación con la muerte. El complicado paso que hay para llegar desde Tamadaba hasta la mesa más cercana al mar, conocido como el Paso de la Piedra (y también como el Paso de la Muerte por estas razones) lo llamó Celso Texamandiguada, el último salto con el garrote para dejarse morir en la mesa de alante, una vez la vida se sentía acabada.

Esta información me la dió César Ubierna hace un tiempo, a parte de otras fuentes, y ayer tuvimos la ocasión de refrescarla en la memoria junto con Cristóbal el Zorroplaya, que a su vez es amigo de Rastatun, un gran conocedor de la zona al que admiro y que publica constantemente buenas imágenes de Faneque en su blog. También hay pastores que conocen, admiran y respetan este lugar, y que son los grandes pozos de sabiduría que hay que rescatar antes de que se pierdan esos cachitos de memoria que nos comunican con el pasado, así como jurrias que llevan el nombre de uno de los andenes, Taguante, rescatado por el pastor del Risco. Con César ayer hablamos de lo humano y lo divino, de esas formas que hay entre algunos historiadores de adornar lo que sucedió e inventar capítulos intermedios para que la cosa tenga más empaque y suene mejor, de atribuirse descubrimientos a lo Cristóbal Colón de una imagen y crear una virgen de Copacabana con las buenas manos de Pepe, alma del Sobradillo, y la prosa inventada de Chano. Y hablando de vírgenes, Candelaria es Chaxiraxi, la que sostiene el cielo, divinidad prehispánica de los guanches, antiguos habitantes de Tenerife que le dieron nombre a una talla femenina encontrada en una playa y que nada tiene que ver con Gran Canaria ni con la cosmología de los antiguos canarios de esta isla bajo ese nombre.

La historia juega al teléfono con tanza. Una vez en un pateo confundí un nombre, aclarando que no estaba seguro de lo que decía, después he visto publicado un remix de esa conversación. Como no soy amigo de las confusiones escribo esta entrada para aclarar las dudas, compartiendo conocimientos, no regalando palabras. Otro día les contaré de los palos clavados en Faneque que nos contó César, de las búsquedas de las cuevas, del palacio de Inagua, de los graciosos idolillos de 7 metros y medio, y de los cristales de cerveza tropical atribuidos a fenicios en una excavación arqueológica en la que el estuvo en los años 70 en esta zona. Y como no, del geosinclinal de Guayedra y la teoría de la playa levantada de Punta de las Arenas en la que participó junto a Fernando Martín Galán y Constantino Criado en 1976. Y de esas piedras poco explicables de grandes dimensiones erosionadas y circulares que aparecen por el Valle de Guayedra con las que se quebraron la cabeza en las investigaciones de campo estos geógrafos e historiadores.

2 comentarios:

alfonso dijo...


· Es muy interesante lo que cuentas.
Los riscos de Famara, en Lanzarote, son también impresionantes, pero no tanto.
Tal vez no sea tan interesante, pero puedes echarle un vistazo a esto...
http://cristalrasgado.blogspot.com/2010/10/410-la-iglesia-de-moya.html

· Saludos

CR & LMA
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Jose Coyote dijo...

De esos riscos hablaba Celso como paralelos a este. Muy divertido el enlace, me recuerda un cuento sobre tubos volcánicos en Teror y Arucas aprovechados de pasadizos a lo templario. Gracias, saludos