31.8.10

1666, primera parte



Corría el año de nuestro señor de 1666, Felipe IV acababa de morir en el 65, harto de perseguir la corrupción que reinó en España durante la vida de su padre, Felipe III, y llamado por la moral a hacer más grande el imperio de la cristiandad con ideas renovadas y mucha pólvora.
La gran España imperial va perdiendo fuelle a nombre de los validos de los Felipes (valido=persona que asesora en el gobierno al rey y el rey delega en él el gobierno). Las enemistades con media Europa habían hecho de Las Palmas una ciudad de cenizas en 1599 a manos de los holandeses.

Felipe IV dejó a un heredero de cuatro años, Carlos II, el hechizado, que morirá en 1700 sin descendencia dando paso a los Borbones y más Felipes tras él. El declive se acusa mientras Mariana de Austria, su madre, regenta el gobierno hasta la mayoría de edad de Carlos II en 1675 con sus validos.
Mientras en palacio las cosas estaban revueltas con las típicas luchas de poder de un imperio más grande que los zapatos de un niño, Canarias asistía al comienzo de las divisiones insulares, al igual que el imperio pero a una escala obviamente menor, y marcada por validos de cabildos acuñados desde el regidor de la corte.

El Antiguo Régimen dominaba las formas, con un corte absolutista estructurado por los derechos de sangre y una economía fundamentada en la tierra y sus frutos, ganadería y agricultura, y los impuestos que de estas se pudieran recaudar para pagar un estado que cada equis años entraba en banca rota por la pésima gestión ejercida desde tiempos de los Felipes.

Gran Canaria estaba sumergida en la crisis, tras el final del ciclo azucarero, el ataque holandés que dejó una capital que tardó más de un siglo en recuperarse, y las emigraciones a Tenerife y La Palma. Con una población de 20000 habitantes, el sálvese quien pueda tocaba a rebato por barrancos, costas y cumbres.
Campesinos sin tierras y pastores de rebaños prestados son la nota dominante de la población no capitalina, adornada en la cúspide social por los herederos de la conquista ya lejana junto con nuevos señores hechos al comercio de ida y vuelta con América y Europa, además de la omnipresente Santa Madre Iglesia.

Gobernaban los pueblos los alcaldes reales (que no los municipios, este concepto es posterior), designados por el regidor cabildicio. Según los núcleos humanos van teniendo consistencia, el aparato insular va creando nuevos cargos, nuevas burocracias, dando poder a los caciques locales.

De Gáldar se separa en primer lugar Guía en 1526, más tarde Agaete y Artenara. El primer alcalde real de Artenara es Antonio González del Río en 1666, nuestro personaje. Era alcalde de Acusa y Artenara, Tirma pertenecía también a Artenara como lugar habitado, al igual que Coruña y Lugarejo (quizás el perdido Artevirgo).

Cereales, ganado y explotación maderera en exceso hasta el punto que el Cabildo tiene que prohibir la extracción de Tamadaba ya desde el siglo 17 por la sobreexplotación son las fuentes económicas de la zona, puesto que la caña no llegaba a esta altura. En Artenara hubo hasta una cárcel donde se llegó a encerrar más de una vez a los que incendiaban el pinar con 4 años de reclusión (fíjense ustedes, no hemos cambiado tanto).

-continuará-

2 comentarios:

EsTelaMarinera dijo...

Menudo trabajazo de documentación ratoncillo de biblioteca.
Y que maltratada ha estado nuestra tierra, ya desde el sigo XVII sobreexplotada, lo que nos queda de su esplendor no son ni las raspas de las raspas.

Jose Coyote dijo...

Gracias mi niña, muy maltratada la tenemos pero poco a poco vamos dándole el esplendor que merece.